La Coherencia Cardíaca es una técnica que enseña a controlar y eliminar el estrés, observando y midiendo los progresos del entrenamiento del corazón en tiempo real a través de la pantalla del ordenador


EL SISTEMA CORAZÓN-CEREBRO Y LA COHERENCIA CARDÍACA

 

 1.- Cerebro emocional o límbico y cerebro cognitivo o neocórtex.

El cerebro, tal y como lo conocemos en la actualidad, lo podemos dividir en dos partes diferenciadas, como si fueran dos cerebros en uno:

Por un lado está el cerebro cognitivo (o neocórtex), consciente, racional, sede del lenguaje y del pensamiento. Por otro el cerebro emocional (o límbico), inconsciente, preocupado por la supervivencia, conectado al cuerpo.

 El cerebro emocional controla todo lo que rige el bienestar psicológico y una gran parte del organismo: el funcionamiento del corazón, la tensión arterial, la respiración, el sueño, la libido, la secreción de hormonas, el sistema digestivo e incluso el inmunitario. Los desórdenes emocionales son consecuencia de disfunciones de este cerebro emocional. El cerebro cognitivo se ocupa de la atención, la concentración, la inhibición de los impulsos e instintos, el ordenamiento de las relaciones sociales y el comportamiento moral.

 

 2.- El corazón y su relación con las emociones.

Primero aclararemos dos ideas importantes: 1) Sentimos las emociones en el cuerpo, más que en la cabeza. 2) El corazón, e incluso el intestino, cuentan con sus propios circuitos de neuronas. Es como un pequeño cerebro en el interior del cuerpo.

El corazón es también una pequeña fábrica de hormonas. Secreta su propia reserva de adrenalina y controla la liberación de la hormona que regula la tensión arterial. Secreta también su propia reserva de oxitocina, la hormona del amor. Todas estas hormonas actúan directamente sobre el cerebro.

El corazón, por tanto, tiene una importancia considerable en las emociones. El corazón percibe y siente, influenciando toda la fisiología de nuestro organismo, empezando por el cerebro.

 

 3.- Relación cerebro emocional-corazón.

La relación entre el cerebro emocional y el “pequeño cerebro” del corazón es una de las claves de la inteligencia emocional. Al aprender a controlar nuestro corazón, podremos controlar nuestro cerebro emocional, y viceversa.

La relación más fuerte entre el corazón y el cerebro emocional es la que se establece en lo que se denomina el “sistema nervioso autónomo”, es decir, la parte del sistema nervioso que regula el funcionamiento de todos nuestros órganos, que escapa a nuestra voluntad y a nuestra conciencia. El sistema nervioso autónomo está constituido por dos ramales:

El ramal llamado “simpático” libera adrenalina y noradrenalina. Controla las reacciones de lucha y huida. Su actividad acelera el ritmo cardíaco.

El otro ramal, llamado “parasimpático”, libera un neurotransmisor diferente que acompaña los estados de relajación y calma, es la acetilcolina. Su actividad disminuye el ritmo cardíaco.

Estos dos sistemas, el freno y el acelerador, se hallan en constante equilibrio.

Además de la vía hormonal, de la tensión arterial e incluso del campo magnético de nuestro cuerpo, el corazón también puede actuar sobre el cerebro emocional por medio de conexiones nerviosas directas.

 

 4.- El programa de ordenador que mide la coherencia cardíaca y su relación con las emociones.

El reflejo directo del vaivén entre el cerebro emocional y el corazón es la frecuencia normal entre los latidos del corazón. Como las dos ramas del sistema nervioso autónomo se hallan siempre en equilibrio, siempre están a punto de acelerar o disminuir el ritmo del corazón. El intervalo entre dos latidos nunca es idéntico. Esta variabilidad entre los latidos del corazón, que es muy sana en sí misma, señal del buen funcionamiento del freno y del acelerador, es lo que mide exactamente el programa de ordenador creado por el HeartMath Institute de Estados Unidos.

Hay dos modos característicos de variación del ritmo cardíaco: el caos y la coherencia. Por lo general, las variaciones son suaves y caóticas: acelerones y frenazos se suceden sin ton ni son, de forma dispersa e irregular. Por el contrario, cuando la frecuencia de los latidos del corazón es fuerte y sana, las fases de aceleración y disminución del ritmo muestran una alternancia rápida y regular. Eso es lo que produce en la imagen del ordenador una onda armoniosa, que describe perfectamente el término de “coherencia” del ritmo cardíaco.

Si la frecuencia desciende, cosa que va ocurriendo con el paso de los años, es en parte porque no utilizamos nuestro freno fisiológico, es decir, el ramal parasimpático. Al igual que un músculo que no se utiliza, este también se atrofia con el devenir de los años. Por otra parte, no dejamos de utilizar el acelerador, el sistema simpático.

El descenso de la frecuencia de los latidos del corazón (el no tener coherencia cardíaca) está asociado a un conjunto de problemas de salud ligados al estrés y al envejecimiento: hipertensión, insuficiencia cardíaca, complicaciones de la diabetes, infarto, muerte súbita e incluso cáncer.

Diversos estudios han establecido que son las emociones negativas, como la cólera, la ansiedad, la tristeza e incluso las preocupaciones banales, las que más hacen caer la frecuencia cardíaca y siembran el caos en nuestro organismo. Por el contrario, otros estudios han demostrado que son las emociones positivas como la alegría, la gratitud y, sobre todo, el amor, las que más favorecen la coherencia cardíaca. Estas emociones inducen a un registro de coherencia que resulta reflejada de inmediato en el ordenador, en el registro de la frecuencia cardíaca.

El estado de coherencia cardíaca también influye en el resto de los ritmos fisiológicos. En particular, la frecuencia natural de la tensión arterial y la de la respiración se ajustan rápidamente con la coherencia cardíaca, y estos tres sistemas se sincronizan.

La coherencia del ritmo cardíaco representa una economía real de energía para el organismo.

 

5.- El control del estrés.

La coherencia cardíaca permite al cerebro ser más rápido y preciso. Lo sentimos como un estado en el que nuestras ideas fluyen de manera natural y sin esfuerzo. También es el estado en que nos hallamos dispuestos a adaptarnos a todo tipo de imprevistos, pues nuestro organismo está en equilibrio óptimo, abierto a todo, capaz de encontrar las soluciones adecuadas. No es entonces un estado de relajación en el sentido tradicional del término.

La noción de coherencia del corazón y el hecho de que sea posible aprender a controlarla con facilidad nos ayuda a entender que en lugar de intentar alcanzar circunstancias externas ideales, hay que empezar por controlar el interior: nuestra fisiología.

Un estrés crónico provoca ansiedad y depresión. También implica consecuencias negativas  en el organismo: insomnio, arrugas, hipertensión, palpitaciones, dolor de espalda, problemas de la piel, de digestión, infecciones recurrentes, esterilidad, impotencia sexual. Y afecta asimismo a las relaciones sociales y al rendimiento profesional. Al acabar con el caos fisiológico y maximizar la coherencia, nos sentiremos mejor de manera automática, mejoraremos nuestra relación con los demás, nuestra concentración, nuestra eficacia y nuestros resultados.

Domesticando nuestro interior lo que nos llegue del mundo exterior tendrá menos poder sobre nosotros.

 

Fuentes: Curación Emocional, David Servan-Schreiber. Diversos estudios sobre Coherencia Cardíaca.