Una de las claves para que un tratamiento sea efectivo en cualquier adicción, y en concreto en la de fumar, es cambiar los patrones neuronales que tienen que ver con esa conducta. Somos seres complejos y no somos tan influenciables como nos creemos cuando intentamos cambiar algo sólo con la parte de la mente más racional, analítica y que utiliza únicamente la fuerza de voluntad para conseguirlo. Si fuera así nadie fumaría, pues todos conocemos hoy en día los efectos negativos que esta adicción tiene. Por lo tanto no es suficiente hacer un trabajo con la parte cognitiva de la mente, hay que llegar a la parte emocional e inconsciente (ver Coherencia Cardíaca). Y no basta tampoco con sugestionar este cerebro emocional (por ejemplo con hipnosis) aunque a veces puede dar buenos resultados, pero no duraderos en el tiempo. El trabajo más efectivo consistiría en procesar (ver EMDR) la sensación de ganas de fumar, los posibles problemas emocionales implicados en la adicción (eventos traumáticos), haciendo que desaparezca la sensación de culpa, si la hubiera, y trabajando con los principales disparadores del acto de fumar (situaciones, lugares, personas, etc. que incitan a fumar) y también con el síndrome de abstinencia.
Además haremos todo esto desde un punto de vista positivo, motivante, con objetivos alcanzables, y no tanto poniendo nuestra atención en un objetivo negativo como es el abandono de una conducta negativa o simplemente poniendo el foco en la abstinencia (ésta última no será un objetivo en sí mismo, aunque sea muy aconsejable).
El tratamiento que proponemos va a tener en cuenta estos aspectos. Vamos a intentar cambiar esos patrones neuronales que hacen que deseemos fumar. Vamos a utilizar principalmente la terapia EMDR, con refuerzo de autohipnosis, para llegar al cerebro emocional, dónde radica la causa de porqué fumamos. El dejar de fumar por sí mismo es a veces difícil y para algunas personas imposible. El motivo es que la adicción en muchas ocasiones está relacionada con problemas emocionales antiguos (traumas), con muchos disparadores que actúan en la actualidad empujando a la conducta de fumar y con un síndrome de abstinencia que también debe ser tenido en cuenta, pero que no es el único objetivo, como ya decíamos. El fumar se convierte en ocasiones, para la persona adicta, en una "ventaja secundaria" que le ayuda, la mayoría de las veces de forma inconsciente, a manejar sus emociones, a huir de recuerdos dolorosos, algún tipo de compensación o auto-castigo, etc.
Utilizando de forma completa el tipo de terapia que proponemos, todos podemos dejar de fumar. Las posibles recaídas no son fracasos, sino oportunidades para construir nuevos objetivos e información adicional que hará que finalmente consigamos el objetivo último que no es otro que dejar de fumar para siempre. Cuando lo logremos nos daremos cuenta que hemos crecido mucho a nivel personal y que hemos conseguido mucho más de lo que en principio era nuestro objetivo principal
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